Faraday era uno de los diez hijos de un
herrero que se trasladó con su familia a Londres. Es raro encontrar una familia
pudiente de clase obrera con diez hijos, así que no hubo ninguna duda respecto
a la educación del joven Faraday, que se hizo aprendiz de un encuadernador.
Sucedió que esto fue un golpe de suerte
para él porque tuvo los libros a su alcance, que oficialmente solo le incumbían
por el exterior pero que no pudo evitar ojearlos. Su segundo golpe de suerte
fue que su patrón sintió simpatía por el deseo que tenía el joven de aprender,
y le permitía leer los libros y asistir a conferencias científicas.
En 1812 un cliente le dio a Faraday
localidades para asistir a las conferencias de Humphry Davy en el Royal
Institution. El joven Faraday tomó notas que después detalló cuidadosamente con
diagramas en color y se las mandó a Banks, presidente de la Royal Society,
esperando obtener un empleo que le permitiera tener un contacto más íntimo con
la ciencia. Como no tuvo contestación le mandó al mismo Davy otras notas con la
petición de que le nombrase su ayudante. A Davy esto le impresionó mucho, tanto
por la adulación implícita del gesto como por la evidente habilidad del joven,
y aunque de inmediato no le complació, cuando tuvo la primera oportunidad le
ofreció un puesto, del cual tomó posesión Faraday en 1813, a la edad de
veintidós años, con un sueldo menor que el que había estado percibiendo como
encuadernador. Casi inmediatamente Davy dejó Inglaterra para hacer su gran
viaje por Europa, llevándose al joven como secretario y criado. Esto dio motivo
a que la señora Davy lo tratara con desprecio, cosa que su marido, para
descrédito propio, no evitó, y que Faraday soportó con humildad. El viaje le
dio la oportunidad de ver a Napoleón, a distancia, cosa que tenía su
importancia.
Faraday probó ser más que merecedor de
su maestro, a todos los efectos vivía en y para el laboratorio, no teniendo
entonces, ni más tarde tampoco, colaboradores o ayudantes, y con Davy
mostrándose amargado y resentido cuando comprobó que su protegido finalmente le
eclipsaría, sobre todo cuando Faraday señaló algunos defectos en su invento, la
lámpara de seguridad usada por los mineros.
Faraday, que años antes había
conseguido ser aprendiz de encuadernador, llegó a ser director del laboratorio
en 1825 y en 1833 profesor de química en el Royal Institution.
En química obtuvo su primera hazaña en
1823 cuando ideó métodos para licuar gases, sometiéndolos a presión, tales como
el anhídrido carbónico, ácido sulfhídrico, ácido bromhídrico y cloro. Fue él
también el primero que alcanzó en el laboratorio bajo cero en la escala
Fahrenheit. También puede considerarse como un adelantado en la de la física,
modernamente, llamada criogenicéis
(estudio de bajas temperaturas) que fue causa de otro resentimiento de Davy,
porque en los informes que hizo Faraday sobre la licuefacción de gases (según
opinión de Davy) no dio debido crédito al trabajo que él había hecho con
anterioridad en este mismo campo.
En 1825 proporcionó su única y gran
contribución a la química orgánica. Descubriendo el benceno, que iba a jugar el
principal papel en el desarrollo que Kekulé presentó sobre la estructura
molecular. Faraday continuó, además, la gran obra de Davy en electroquímica,
que había liberado metales desconocidos, haciendo pasar una corriente eléctrica
a través de sus compuestos metálicos fundidos. A esto, Faraday, le dio el
nombre de electrólisis, llamando electrólito al compuesto o solución que podía
transportar la corriente eléctrica. A las varillas metálicas que se introducen
en la solución les llamó electrodos, siendo el ánodo el positivo y cátodo el
negativo. Todos estos nombres persisten en la actualidad y se usan
continuamente en física y química.
En 1832 redujo todo el asunto de
electrólisis a expresiones cuantitativas, anunciando lo que hoy en día se llama
las leyes de electrólisis de Faraday. Estas son (con terminología moderna):
1º La masa de electrólito descompuesto durante la
electrólisis es proporcional a la cantidad de electricidad que atraviesa la
solución.
2º La masa liberada por una corriente dada es
proporcional a su peso atómico e inversamente proporcional a su valencia
(entendiéndose por valencia el poder de combinación de los elementos).
Por ejemplo, un átomo de sodio o de plata se combina
con un átomo de cloro, mientras que un átomo de cobre se combina con dos átomos
de cloro. Por eso se dice que el sodio y la plata son monovalentes, mientras
que el cobre tiene dos valencias. El sodio tiene un peso atómico de 23, la
plata de 108 y el cobre de 64 (usando números enteros). La cantidad de
electricidad necesaria para liberar 23 gramos de sodio, será la misma que para
liberar 108 gramos de plata y la misma que liberará 32 gramos de cobre (el peso
atómico partido por valencia). Estas leyes se interpretan fácilmente por la
estructura atómica, pero, cosa bastante extraña en Faraday que nunca fue un
atomista entusiasta y en todo lo posible ignoraba a los átomos.
Estas leyes favorecían enormemente la
propuesta que había sugerido Franklin, cerca de un siglo antes, de que la
corriente eléctrica se componía de partículas. Esta teoría de electricidad
corpuscular no progreso, hasta que Arrhenius, medio siglo más tarde, trabajó en
ella.
Las leyes de Faraday pusieron a la
electroquímica sobre su base actual. En su honor, la cantidad de electricidad
requerida para liberar 23 gramos de sodio, o 108 gramos de plata, o 32 gramos
de cobre (es decir, para liberar un equivalente químico de un elemento), se
llama un faraday. Como Coulomb, Faraday da su nombre a una unidad que mide
cantidad de electricidad, estando las unidades ligadas por el hecho de que
96500 coulombios son iguales a un faraday. También en su honor, la unidad de
capacidad eléctrica se llama faradio.
Faraday, como casi todos los científicos
contemporáneos, se sorprendió con el experimento de Oersted, que daba a conocer
que una corriente eléctrica es capaz de desviar una aguja imantada. Dos años
después, en 1821, Faraday ideó un dispositivo que consistía en dos vasijas con
mercurio unidas a una batería por unas varillas que entraban en las vasijas de
mercurio por el fondo. Los niveles superiores del mercurio estaban unidos por
otra varilla curva de metal, que formando como un puente, se introducía en
ambos recipientes. De esta forma se completaba el circuito. Un extremo de la
varilla puente estaba fijo al recipiente, mientras que la varilla inferior
estaba unida a un imán que podía girar alrededor de la de la varilla fija. En
el otro recipiente, un imán fijo en la varilla inferior, se extendía hacia
arriba en el mercurio mientras que la barra superior, terminaba en un alambre
que podía girar libremente sobre un gozne alrededor del imán fijo. Cuando
Faraday daba paso a la corriente, el alambre móvil empezaba a girar cerca del
imán fijo, mientras que el imán móvil lo hacía cerca de la barra fija. De esta
manera Faraday convertía con éxito fuerzas eléctricas y magnéticas en
movimiento mecánico continuo (parece ser que fue en este tiempo cuando los
celos científicos de Davy). Atribuía éste que Faraday se había apropiado de una
idea suya para hacer el experimento, escuchando una conversación que él había
mantenido con Wollaston. Faraday protestó diciendo que quizá la conservación
pudiera haber llamado su atención hacia los experimentos eléctricos, pero que
el descubrimiento no tenía nada que ver con la conversación. Verdaderamente,
los intentos hechos por Davy y Wollaston habían fracasado, aceptándose hoy en
día que Faraday estaba en lo justo y que su trabajo era original. Wollaston, a
diferencia de Davy, siempre se mostró amistoso con Faraday y nunca dio señales
de resentimiento.
Aunque las varillas e imanes giratorios
de Faraday eran cosas interesantes y nuevas, el primitivo motor eléctrico solo
fue un juguete científico, al nivel de la máquina de vapor de Herón. Perseguía
un juego mucho más importante, y puesto que Oersted había producido atracciones
magnéticas partiendo de una corriente eléctrica, Faraday deseaba invertir las
cosas y generar corriente eléctrica de atracciones magnéticas.
Para efectuar esto, enrolló una bobina
de alambre alrededor de una sección de un anillo de hierro, uniendo la bobina a
una batería, pudiéndose abrir o cerrar el circuito por medio de un interruptor.
Si cerraba el circuito se formaría un campo magnético en la bobina, como había
señalado Ampère, y se concentraría en el anillo de hierro, como había dicho
Sturgeon. Imaginar que una segunda bobina se enrolle alrededor de otra sección
del anillo de hierro y que se conecte con un galvanómetro, el campo magnético
creado en el anillo de hierro por la primera bobina podría generar (por acción
inversa) una corriente en la segunda bobina, señalando el galvanómetro el paso
de la corriente inducida.
Como el experimento marchaba, Faraday
había descubierto el primer transformador, pero no funcionaba tan bien como él
había esperado, no se producía una corriente continua en la segunda bobina que
se equiparase a la fuerza magnética producida en el anillo de hierro. El
galvanómetro marcaba únicamente el paso de una corriente instantánea cuando se
cerraba el circuito, y otra en dirección opuesta y también instantánea cuando
se habría, en al tiempo en el que estaba cerrado o abierto no se producía
corriente alguna. Todo esto, como es natural, requería una explicación.
Como la educación de Faraday dejaba
bastante que desear, desconocía por completo el cálculo matemático (quizá el
científico más grande de la historia, de quien se puede decir eso), cosa que
compensó con una enorme habilidad para diseñar gráficos, quizá única en la
historia científica.
Otro de sus descubrimientos fue que,
esparciendo limaduras de hierro sobre un papel bajo el cual se había colocado
un imán, comprobó que las limaduras formaban diseños regulares cuando se
golpeaba el papel (cosa que ya había hecho Peregrinus seis siglos antes).
También adoptó la demostración de Ampère de que una fuerza magnética rodeaba a
un conductor que transportaba una corriente.
Faraday empezó a hacer visible la
fuerza magnética, la cual se extendía en todas direcciones desde la corriente
eléctrica que le servía de punto de partida, llenando el espacio próximo a modo
de un campo magnético. Se podían dibujar líneas en el campo, que representaban
los puntos donde la fuerza magnética tenía la misma intensidad. A estas líneas
Faraday les dio el nombre de líneas de fuerza, y el creía que a lo largo de
estas líneas se alineaban, haciéndolas por tanto visibles, las limaduras de
hierro. Por procedimientos análogos, fue posible conocer las líneas de fuerza
que formaban los alambres, las varillas magnéticas, las herraduras magnéticas y
también los globos magnéticos (tales como la Tierra). Esto fue el principio de
una descripción del Universo como compuesto de campos de varios tipos. Esta
descripción era más sutil, más flexible y más útil que la puramente mecánica de
Galileo y Newton. Este campo magnético iba a ser reconocido por Maxwell medio
siglo más tarde y por Einstein después de un intervalo de otro medio siglo más.
La imaginación diseñadora pero no matemática de Faraday, hizo visibles estas
líneas como si fueran reales. Cuando se cerraba un circuito y la corriente
fluía, las líneas salían hacia el espacio y cuando se interrumpía el circuito,
se replegaban de nuevo. Faraday juzgó que se inducía corriente eléctrica en un
conductor, solamente cuando las líneas de fuerza lo cortaban de través. En su
transformador, al cerrar el circuito, cuando la corriente se ponía en marcha en
la primera bobina, las líneas de fuerza desplegadas cortaban el alambre de la
segunda bobina, siendo responsables del corto fluir de la corriente eléctrica
en esta segunda. Una vez establecida la corriente en la primera las líneas de
fuerza ya no se movían y por tanto ya no se producía corriente en la segunda.
Al abrir el circuito, las líneas de fuerza se replegaban y cortaban de través
la segunda bobina en dirección contraria y de nuevo se producía en la segunda
bobina un fluir de corriente eléctrica momentánea, pero de sentido opuesto a la
primera.
Por esa época, poco más o menos,
Faraday daba conferencias científicas para el público en general, que eran
enormemente populares (había empezado dándolas improvisadas, cuando el
conferenciante asignado para una fecha fallaba y sobre la marcha él le
sustituía en el acto), muy al estilo de Davy, su antiguo maestro.
Faraday demostró la teoría de las
líneas de fuerza, haciendo demostraciones para él y para el público,
introduciendo para eso un imán en el interior de una bobina unida a un
galvanómetro. Mientras metía o sacaba el imán, la corriente fluía a través del
alambre de la bobina, así mismo, si el imán se mantenía quieto y la bobina se
movía sobre él, se producía también corriente en la bobina. En ambos casos las
líneas de fuerza que rodeaban al imán eran cortadas por el alambre de la
bobina. Si el imán y la bobina se mantenían quietos, estando el imán dentro o
fuera de la bobina, no se producía corriente alguna. De esta manera Faraday
había descubierto la inducción eléctrica, descubrimiento que casi al mismo
tiempo y de manera independiente, efectuó también el físico americano Henry.
Con el tiempo este descubrimiento conduciría a grandes inventos.
Faraday fue un maestro inspirado que
interesó vívamente hombres como Daniell y Perkin. Su teoría de las líneas de
fuerza no se tomó muy en serio al principio (la publicó en 1844), hasta que Maxwell
se ocupó del electromagnetismo, basándose en los hechos con precisión
matemática, llegando a desembocar en los mismos resultados que Faraday había
planteado con simples palabras y diagramas.
Una vez demostrado que la electricidad
podía inducirse por magnetismo, el próximo paso era producirla de un modo
continuo y no solo en brevísimos intervalos. Faraday llevó a cabo esto,
adaptando a la inversa un experimento descrito por Arago, que había dado a
conocer que una rueda de cobre al girar podía desviar un imán suspendido sobre
ella. Faraday comprendió entonces que la rueda al girar cortaba las líneas de
fuerza magnética, produciendo de esta manera corrientes electricas en ella,
estas corrientes, a su vez, producían un campo magnético que desviaba el imán.
Pero Faraday no deseaba crear un campo magnético partiendo de la corriente
eléctrica. Para eso hizo girar una rueda de cobre de tal modo que el borde
pasase entre los polos de un imán permanente, produciéndose entonces corriente
eléctrica en el disco de cobre, fluyendo esta corriente tanto tiempo como
estuviese girando la rueda. Esta corriente podía desviarse al exterior y hacer
que efectuase un trabajo, inventando de este modo Faraday el primer generador
eléctrico, hecho que tuvo lugar en 1831, siendo probablemente el descubrimiento
eléctrico individual más grande de la historia. Se necesitaba solamente
instalar una maquina de vapor o la fuerza del agua para hacer girar el disco de
cobre, de esta manera de podía convertir en electricidad la energía del
combustible o la acumulada en un salto de agua. hasta la época de Faraday, la
única fuente de corriente eléctrica era la batería química, que era cara y
producía electricidad en pequeña escala. Había entonces por primera vez, la
posibilidad de un suministro de corriente eléctrica, en cantidad y barato. Para
conseguir ambas cosas se invirtió más de medio siglo, debido a los posteriores
inventos auxiliares, para que resultase una cosa completamente práctica. Como
es natural, los generadores que finalmente se pusieron en marcha, en nada se
parecían al disco giratorio de Faraday.
Se cuenta que tras finalizar una
conferencia, un político le espetó: “Que necesidad y para que va servir tanta
energía eléctrica como sugiere que se puede producir” a lo que Faraday le
respondió: “No le puedo dar una respuesta a sus preguntas, lo que si le puedo
asegurar es que dentro de unos años estarán cobrando muchos impuestos de esto
que hoy les he mostrado”.
Años más tarde Faraday hizo más
descubrimientos relacionados con el electromagnetismo
y su acción recíproca con la luz. Cuando le empezó a fallar la memoria, se
retiró del laboratorio (rehusando trabajar cuando no confió plenamente en sí
mismo, no admitiendo ayudantes o personal que le ayudara) entristeciendo esto
los últimos años de su vida. Es posible que el suyo fuese otro caso, como los
de Scheele y Davy, de un químico que sufría de un envenenamiento crónico leve.
Fue extraordinariamente religioso,
perteneciendo a la secta, que ya no existe hoy en día, de los sendemanians.
Esta secta evitaba toda clase de vanidades humanas, por lo tanto Faraday aceptó
con cortés desdén las medallas, cintas, grados y honores de todas clases con
los que se vio premiado. La única distinción que valoró fue el ser miembro de
la Royal Society, siendo elegido en 1824 a pesar de la amarga oposición de Davy,
siendo, en efecto, el único voto en contra el suyo.
Cuando Tyndall finalmente le ofreció la
presidencia de la Royal Society, Faraday declinó tal honor y lo mismo hizo
cuando tuvo el ofrecimiento de ser nombrado caballero, estaba decidido a ser
simplemente Michael Faraday.
Un domingo estando en la pequeña
iglesia que frecuentaba, recibió una invitación para ir a cenar con la reina
Victoria, a pesar de sus dudas e incertidumbres decidió que era necesario
obedecer a la reina, pero la inflexible congregación a que pertenecía lo
excomulgó, teniendo que sufrir un buen número de penitencias para
rehabilitarse. Sus creencias religiosas le permitieron resolver sin titubeos un
problema con el cual han luchado muchos científicos y siguen luchando –el
antagonismo entre las exigencias de un país y el idealismo humano-. Durante la
guerra de Crimen en los años 1850 (en la que Gran Bretaña luchaba contra Rusia)
el gobierno británico le preguntó si había posibilidad de preparar gas venenoso
en cantidad, para usar en el campo de batalla y si él quería dirigir tal tarea.
Faraday contestó inmediatamente y con gran decisión que el proyecto era
factible, pero que él no tendría nada que ver con el asunto.
En vida, para cuando llegara el
momento, pidió ser enterrado bajo una
lápida de lo más sencilla, cosa que se cumplió.
Su gran monumento, sin duda, es el
mundo electrificado de nuestro tiempo.
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