miércoles, 13 de febrero de 2019

GIOVANNI VIRGINIO SCHIAPARELLI






Después de graduarse en la Universidad de Turín en 1854, Schiaparelli recibió clases de Encke en Alemania y de Struve en Rusia. Al regresar a Italia se unió al personal del Observatorio de Brera, en Milán, en donde llego a ser director en 1860. Tuvo este puesto hasta su retiro en 1900.

         El interés primordial de Schiaparelli fue el sistema solar. En la década de 1860 a 1870, investigó sobre los cometas y con John C. Adams demostraron su afinidad con los enjambres meteóricos.

         Esto fue bastante espectacular, pero en los diez años que siguieron empezó algo sin darse cuenta, que a nivel del público en general, sorprendentemente, aún hoy no ha perdido el interés. En 1877, Marte y la Tierra alcanzaban los puntos de sus órbitas más próximos. En esta <posición tan favorable> que tiene lugar, poco más o menos, cada treinta años, la distancia entre los dos planetas es de, solo, 50 millones de kilómetros.

         Por tanto, en 1877 los telescopios giraban hacia Marte en un intento de mejorar el mapa de su superficie, el vigente era el de Proctor.

         Schiaparelli estudió el planeta rojo atentamente, hizo medidas delicadas con un micrómetro y con cuidado hizo el mapa de lo que había observado. En estas condiciones fue cuando Asaph Hall descubrió las dos pequeñas lunas de Marte, pero Schiaparelli hizo algo mejor. Continuó sus estudios y observaciones y en 1881 estaba seguro de que los rasgos que observaba incluían líneas rectas que se juntaban, formando un complicado diseño.

         A estas líneas les dio el nombre de canali, que quiere decir canales naturales (channels), pero la palabra italiana se tradujo mal al inglés, se tradujo por canals (canales artificiales). Eso combinado con la sospechosa rectitud que mostraban, realmente se tomo como estructuras artificiales, cosa que, entre el gran público, produjo a la vez temor y gran entusiasmo.

         La mayor parte de los astrónomos no veían los canales, o lo que veían no lo interpretaban como tales, pero Schiaparelli no cedió. (También observó líneas, o eso intuyó, en Mercurio, pero no eran líneas finas, rectas, y no causaron sensación, por ellas pudo señalar que Mercurio siempre presenta la misma cara hacia el Sol.)

         Especulaciones en relación a la posibilidad de una vida inteligente en Marte surgieron en la prensa popular. Aún, ciertos astrónomos sintieron la pujanza de esa espectacular posibilidad. Entre estos estaba Flammarion, y el más <marciano> de todos ellos, Percival Lowell, que llevó la cuestión mucho más allá que Schiaparelli.

         Después de retirarse, Schiaparelli se alejó de todas las polémicas y tranquilamente hizo estudios excelentes de la historia primitiva de la astronomía.