Joule era hijo de un opulento
cervecero, lo que significaba que tenía medios para dedicarse a una vida de
investigación. De joven gozó de poca salud, por ello pudo retirarse a sus
libros y estudios. Uno de sus maestros fue Dalton.
Joule fue casi un fanático en lo
tocante a medidas y aun en su luna de miel tuvo tiempo para inventar un
termómetro especial, para medir la temperatura del agua en la parte superior e
inferior de una pintoresca catarata que iban a visitar.
Antes de los veinte años publicaba
trabajos en los que daba a conocer las temperaturas en relación con los motores
eléctricos. Hacia 1840, había logrado la fórmula que gobierna la producción de
calor por el paso de una corriente eléctrica (el calor producido es proporcional
al cuadrado de la intensidad de la corriente multiplicado por la resistencia
del circuito).
Prosiguió con sus medidas, dedicando
una década a medir el calor producido por todos los procesos que podía
imaginar. Agitó agua y mercurio con paletas. Pasó agua a través de pequeños
agujeros para medir el calentamiento por fricción. Dilató y contrajo gases.
Estudio las medidas de las temperaturas del agua en la catarata, la de su luna
de miel, confiaba en la creencia de la energía del agua al caer debía convertirse
en calor y que la temperatura del fondo de la caída de agua debía de ser más
alta que en la parte superior.
En todos esos casos calculó la cantidad
de trabajo que había intervenido en el sistema y la cantidad de calor que había
producido, y halló como Rumford había mantenido medio siglo antes, que las dos
cosas, calor y trabajo, estaban íntimamente relacionadas.
Una cantidad particular de trabajo
siempre producía una cantidad particular de calor. En efecto, 41.800.000 ergios
de trabajo, producían una caloría de calor. A esto se le llamó, y se le sigue
llamando, <equivalente mecánico del calor>.
La primera descripción completa de
Joule de sus experimentos y conclusiones apareció en 1847, que no suscitaron un
especial interés en los científicos de su tiempo. Este hecho se debe en parte,
una gran parte, a que Joule era un cervecero y no un académico (nunca recibió
un puesto de profesor, salvo al final que si se le propuso). También influía el
hecho de que en muchos casos sus conclusiones se basaban en pequeñas
diferencias de temperatura, de modo que sus experimentos eran muy poco
espectaculares.
El artículo original de su
descubrimiento fue rechazado por varios periódicos expertos en la materia, se
vio obligado a presentarlo en una conferencia pública en Manchester y entonces
consiguió que, de mala gana, le publicase su conferencia un periódico local.
Unos cuantos meses más tarde se las arregló para presentarla ante una reunión
científica poco propicia, y su presencia hubiera pasado inadvertida si no hubiera
sido por un joven veinteañero presente en el auditorio. Este joven era William
Thomson, conocido más adelante por Lord Kelvin. Sus comentarios sobre los
trabajos de Joule fueron lo bastante agudos y lógicos para levantar interés y,
aun más, entusiasmo. El renombre de Joule estaba hecho.
Joule no fue el primero en determinar
el equivalente mecánico del calor. Rumford lo había intentado, pero le había
salido un valor demasiado alto. Mayer consiguió un valor bastante aceptable,
antes de que lo hiciera Joule, pero fue éste el que lo hizo más exactamente
(para su época) y respaldaba su cifra con una gran variedad de cuidadosos datos
experimentales y fue quien (con la ayuda de Thomson) fijó la atención del mundo
de la ciencia. Por eso en él recae la fama y en su honor una unidad de trabajo
igual a 10.000.000 ergios se llama julio.
La determinación del equivalente
mecánico del calor condujo a la evolución de una ley fundamental hasta aquellos
tiempos. Desde el tiempo de Newton y aun de Galileo se entendía que la energía
de un objeto lanzado hacia arriba, no disminuía cuando el movimiento se hacía
más lento. Sin duda ese movimiento invariablemente disminuía bajo la influencia
de la gravedad, pero como el objeto perdía energía cinética (energía del
movimiento) ganaba energía potencial (energía de la posición). Cuando el objeto
alcanzaba la máxima altura, estaba fijo momentáneamente y no poseía energía
cinética, pero tenía una gran energía potencial. Cuando empezaba a caer la
energía potencial iba disminuyendo y empezaba a aumentar la cinética. Cuando
llegaba al suelo volvía a tener toda la energía cinética con la que se le había
lanzado hacia arriba.
Teóricamente, la energía potencial y
cinética se intercambiaban sin pérdida, a esto se le llamaba conservación de la
energía (más adelante se acotaría a energía mecánica) y hasta esa época tenía
el rango de ley. En realidad, la conservación no era tan perfecta, alguna
energía se perdía por la resistencia del aire y por la fricción.
Sin embargo, si el calor se reconoce
como una forma de energía, y si se comprueba que la perdida de energía mecánica
por fricción o rozamiento o la perdida de cualquier otro tipo de energía queda
compensada exactamente por la ganancia de calor, entonces se puede asegurar la
conservación de la energía total (sea cual sea su forma) en un sistema dado.
Esta es la ley de la conservación de la
energía que establece que la energía ni se crea ni se destruye (de la nada),
sencillamente se transforma de un tipo a otro. Esta es una de las generalizaciones
más importantes en la historia de la ciencia. Es tan importante en unión con el
estudio de la acción recíproca del calor y del trabajo (la termodinámica,
ciencia creada por Carnot con dos décadas de anterioridad) que frecuentemente
se llama la primera ley de la termodinámica.
Con posterioridad a la época de Joule,
esta ley se ha tambaleado en diversas ocasiones, fundamentalmente con el
descubrimiento de la radioactividad y la emisión radioactiva de electrones,
pero siempre y gracias a los trabajos de Einstein y Pauli la primera ley se ha
reestablecido más firmemente que nunca, al menos hasta hoy en día.
Aunque Joule reconoció el principio de
la conservación de la energía, y lo mismo hizo Mayer antes que él, el primero
en presentarla como una generalización categórica fue Helmholtz y es
generalmente éste quien lleva la gloria de su descubrimiento.
Durante los años de 1850, Joule siguió
colaborando con su joven amigo Thomson. Juntos los dos demostraron que cuando
se permite a un gas dilatarse libremente, su temperatura desciende ligeramente.
Esta observación establecida en 1862 se llama efecto de Joule-Thomson y se toma
como evidencia para el hecho de que las moléculas de los gases tienen una
atracción de poca importancia para con las que las rodean. Es, al vencer esta
atracción, al separarse por dilatación que las moléculas individuales pierden
energía y por tanto temperatura. Esto resultó ser una consideración muy
importante para la obtención de temperaturas extremadamente bajas, hacia
finales del siglo XIX. Científicos como Dewar tomaron gran ventaja de ella.
Joule también descubrió el fenómeno de
magnetostricción por el cual una barra de hierro cambia algo de longitud cuando
se magnetiza. Esto parecía una cuestión puramente académica en aquel tiempo, pero
en tiempos modernos este resultado se utiliza en conexión con la formación de
ondas ultrasónicas.
Joule fue elegido para la Royal Society
en 1850, recibió la medalla Copley en 1866 y fue presidente de la Asociación
Británica para el fomento de la ciencia entre 1872 y 1887.
Al final, que permaneciese como
cervecero toda su vida y que no llegara a ser profesor nunca, parece ser que no
importó a la democracia intelectual del mundo de la ciencia.
Una vida fructifera y admirable.
ResponderEliminarEs interesante ver que Joule no fue propiamente un academico pero hizo aportes extraorfinarios a la ciencia
No obstante pasa inadvertido que la Ley de la Conservacion es el resultado de siglos de observacion donde las cantidades de energia contabilizadas ante de una trans formacion resulta igual a la cantidad despues de la transformacion. Esto no de una demostracion de que n
NO PUEDA SER CREADA NI DESTRUIDA como se enseña la ley. Durante siglos tambien las mas acusiosas observaciones del cielo mostraban que el sol le da vueltas a la tierra. Hasta que llego la revolucion copernicana. Creo que la equivalencia mecanica del calor y muchos de sus aportes permaneceran.
Pero creo que no esta demostrado que la energia no se pueda crear u destruir. Es mas creo que si es posible y pasa todo el tiempo y sera un proximo cambio de paradigma