Humboldt, hijo de un oficial de la
corte del rey Federico II de Prusia (el Grande), era un hombre de increíble
personalidad. Su vida, de actividad febril, amplísimos intereses y grandes
conocimientos, parece demasiado para que quepa incluso en los noventa años que
ésta duró.
Su educación, aunque esporádica, bastó
para crear en él un interés especial por la ciencia en general, pero en
especial por la botánica. En 1790 hizo el primero de sus numerosos viajes, tan
solo a Europa Occidental donde tuvo ocasión de conocer a distintas eminencias
científicas. A su vuelta, se matriculó en la Escuela de Minería de Friburgo,
donde se empapó del neptunismo de Werner.
Humboldt decidió ser geólogo e
ingeniero de minas, siendo durante varios años inspector de minas en Bayreuth.
Hizo una gran labor en su colocación y tuvo también tiempo para experimentar
los efectos de corrientes eléctricas sobre músculos y nervios, fenómeno
recientemente descubierto por Galvani. Humboldt apoyó a Galvani en sus debates
con Volta, estando en el lado de los vencidos.
La madre de Humboldt murió en 1796 y la
parte de herencia que le tocó le quitó de toda necesidad de ganarse la vida con
su trabajo. Con ello pudo llegar a satisfacer su pasión por viajar. En 1799
puso rumbo a América para hacer una visita de cinco años por todo el
continente, teniendo que evitar al principio de su viaje a los barcos de guerra
británicos, ya que estaban empezando las guerras napoleónicas.
El viaje fue de exploración (pues
navegó por todo el Orinoco, verificando el sistema de drenaje del Amazonas) y
de investigación científica, pues fue recogiendo especies vegetales en cantidad
además de curiosidades geológicas. Estudió las corrientes del Océano de la
costa occidental de Sudamérica (todavía se llama en su honor a la corriente
allí existente, Corriente de Humboldt). También observó como los volcanes de
América parecían estar en líneas rectas como si siguieran la dirección de una
grieta profunda en la corteza terrestre. Midió la declinación de la aguja
magnética según se iba desde los Polos al Ecuador, llegó a subir al volcán
Chimborazo, que tiene 6300 metros de altura, estableciendo un récord que nadie
batió hasta la generación siguiente.
A su vuelta a Europa pasó por la recién
aparecida nación de los Estados Unidos, visitando al presidente Jefferson (que
también era aficionado a lo científico, pero sin ninguna predilección
especial).
De vuelta a París, Humboldt escribió
sobre sus viajes a América con gran sensibilidad (también era un magnífico
escritor y poseía a su vez talentos artísticos). Colaboró con Gay-Lussac en la
dirección de experimentos sobre la composición de la Atmósfera. Fue considerado
por algunos como el hombre más famoso de Europa (junto con Napoleón), en su
época. Ambos, Humboldt y Napoleón nacieron con un mes de diferencia, y Napoleón
solo vivió la mitad de años, acabando mal.
Después de la caída de Napoleón,
Humboldt se puso al servicio de Federico Guillermo III de Prusia, como
diplomático y como quiera que se le estaba acabando el dinero, acepto una
colocación pagada en Berlín, reservándose la libertad de hacer viajes
frecuentes a París, ciudad que prefería y donde era más feliz.
Su mente inquieta siempre le mantuvo
ocupado. Introdujo el uso de líneas isotermas (que marcan niveles iguales de
temperatura) sobre el mapa del mundo como medio para comprender la geografía del planeta y la vida en el
mismo. De señalar sus ingentes medidas de temperaturas del agua a diferentes
profundidades de los diversos mares por los que navegó.
En 1829 le invitó el zar de Rusia,
Nicolás I, para que explorase sus vastos dominios asiáticos, los cual hizo
Humboldt en una expedición relámpago.
Finalmente, metido ya en los 70 años,
Humboldt empezó a organizar y reunir los conocimientos adquiridos a lo largo de
su vida en un libro llamado Kosmos,
en el cual, como su nombre indica, intentó dar una visión auténticamente
cósmica de la Tierra y verla en su conjunto como un solo cuerpo. Es cierto que
nadie antes que él, y con una mente tan inquieta, hubiera visto tanto del mundo
ni hubiese estado preparado para escribir semejante libro. Afortunadamente
vivió lo suficiente para poderlo acabar, a pesar de haber empezado tan tarde,
aunque el V y último volumen no apareció hasta después de su muerte.
Su obra constituyo un trabajo fecundo
y. aunque no fuera muy considerara en su época, constituye una obra
sobresaliente en la historia de la ciencia y fue la primera enciclopedia
detallada de geografía y geología. Se puede decir que con este libro Humboldt
funda la ciencia de la geofísica.
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