Nobel Física-1903 (compartido)
Becquerel prosiguió las investigaciones de su padre y se encontró con algo mucho más importante que de golpe destruyó la concepción de la estructura atómica del siglo diecinueve.
El descubrimiento de los rayos X por Roentgen había intrigado a Becquerel, como a casi todos los físicos de Europa. Al contemplar el descubrimiento a la luz de su especialidad, se preguntó si las sustancias fluorescentes podrían emitirlos (después de todo, Roentgen descubrió los rayos X por la fluorescencia que producían).
En 1896 envolvió una placa fotográfica en papel negro y la expuso al Sol con un cristal de un elemento químico fluorescente encima. Su razonamiento era el siguiente: si la luz solar causaba la fluorescencia y si ésta contenía rayos X, estos rayos penetrarían el papel, cosa que no podía hacer la luz ordinaria ni aun la ultravioleta, (Era el poder penetrante de estos rayos la propiedad más característica que poseían.) Becquerel utilizó un elemento químico que había interesado mucho a su padre –sulfato potásico de uranilo-, que era un compuesto que contenía átomos de uranio, este compuesto lo colocó sobre las placas envueltas.
Cuando desenvolvió las placas las encontró veladas. Esto mostraba que las radiaciones habían atravesado el papel negro y Becquerel decidió que los rayos X los producían las fluorescencias.
Sucedieron días nublados y Becquerel no pudo continuar sus experimentos. El primero de Marzo estaba en estado de gran nerviosismo porque había puesto otra placa envuelta con gran cuidado y la había colocado en un cajón, con su correspondiente cristal encima. Llego un momento en el que no pudo esperar más y decidió desenvolver la placa. Quizá persistía un poco de la fluorescencia original y la placa podría estar ligeramente velada, aunque el cristal no se había expuesto al Sol durante varios días.
Con gran sorpresa encontró que la placa estaba totalmente velada. La radiación del compuesto no dependía de la luz del Sol y, por tanto, no implicaba fluorescencia. Se olvidó del Sol y empezó a estudiar estas radiaciones, que encontró que eran completamente iguales a los rayos X, puesto que penetraban en la materia e ionizaban el aire, y continuaban emitiéndose del compuesto en un raudal inacabable, irradiándose activamente en todas direcciones. En 1898 Marie Curie llamó a este fenómeno radioactividad, nombre que ha quedado. Durante cierto tiempo la radiación del uranio se llamó rayos Becquerel.
En 1899 se dio cuenta de que las radiaciones podían desviarse por un campo magnético, y que por lo menos parte de ellas consistían en diminutas partículas con carga. En 1900 decidió que la parte que estaba cargada negativamente consistía en veloces electrones de naturaleza idéntica a los rayos catódicos, identificados por J. J. Thomson.
Del único sitio de donde podían provenir los electrones radiados eran del interior de los átomos de uranio (que Becquerel identificó en 1901 como la parte activa del compuesto). Esta era la primera indicación clara de que el átomo no era una esfera imprecisa, sino que tenía una estructura interna que podía contener electrones.
Como resultado de los descubrimientos de Becquerel lo recompensaron a compartir el Nobel de Física de 1903. Los esposos Curie fueron los que lo compartieron con él.
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