Newcomb
fue a los Estados Unidos en 1853 y se graduó en la Universidad de Harvard en
1858. Se incorporó a la marina y fue profesor de matemáticas en 1861 en el
Observatorio Naval. Llegó a alcanzar el grado de contralmirante.
En 1860 hizo su primera contribución en
astronomía con un escrito que atacaba la hipótesis de que la materia de la zona
de asteroides procedía de la descomposición de un planeta que alguna vez
hubiera girado en una órbita entre las de Marte y Júpiter, como había mantenido
Olbers hacía ya más de medio siglo (sin embargo, la astronomía moderna
concuerda más con las ideas de Olbers que con las de Newcomb).
Durante la mayor parte de su vida
profesional, Newcomb, especializado en matemáticas, se ocupó en una tarea
inmensa, la de hacer cuadros sinópticos del movimiento de la Luna y de los
planetas. Mejoró los datos de Leverrier y todas las listas anteriores. Completó
este trabajo en 1899.
También trabajo con Michelson en la
determinación de la velocidad de la luz.
Newcomb fue un escritor muy conocido y
popular en astronomía y otras materias. Hacia final de siglo escribió numerosos
artículos en los que mantenía con mucha vehemencia que la esperanza de que unas
máquinas más pesadas que el aire volaran era una cuestión disparatada y
cualquier trabajo relacionado con ello era inútil. Este punto de vista parece
que estaba basado en los fracasos de Langley. Sus argumentos se debilitaron
pero no desaparecieron con los vuelos de los hermanos Wright. Newcomb no vivió
lo suficiente para ver el auge que adquirió la aviación durante la Primera
Guerra Mundial.
En 1935, se colocó una
efigie de Newcomb en la Galería de la Fama de los grandes hombres americanos.
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