lunes, 10 de agosto de 2015

CHARLES THOMSON REES WILSON

Nobel Física-1927




         Educado en Manchester, a donde su familia se había mudado después de la muerte de su padre en 1873, Wilson se metió en el campo de la meteorología y en 1895 empezó el estudio de las nubes. Esto le llevaría en direcciones de lo más inesperadas.
         Wilson, fascinado por las nubes de la cumbre del Ben Nevis (pico escocés en el que la niebla y el mal tiempo es predominante y es el más alto de Gran Bretaña), trato de reproducir el efecto a pequeña escala mientras trabajaba en el laboratorio de J. J. Thomson. Dejó que el aire húmedo se expansionara dentro de un recipiente. La expansión hacía bajar la temperatura del aire de modo que no toda la humedad podía ser retenida, recogiéndose el exceso en forma de pequeñas gotas de agua que formaban una nube o niebla. Las gotitas de la nube se formaban sobre las partículas de polvo que contenía el aire, puesto que cuando se utilizaba aire limpio de polvo la nube no se formaba fácilmente. (Trabajos de este mismo tipo llevaron a Schaefer, medio siglo más tarde, a intentar controlar el tiempo atmosférico.) El aire húmedo libre de polvo permanecía sobresaturado al expansionarse y enfriarse, y las nubes no se formaban hasta que el grado de sobresaturación llegaba a cierto punto crítico. En ausencia de polvo, Wilson creía que las nubes debían formarse por condensación con los iones del aire. La carga eléctrica de dichos iones podía servir como núcleo mientras que las moléculas neutras corrientes no podían.
         Tan pronto como Wilson oyó del descubrimiento de los rayos X por Roentgen y de la radioactividad por Becquerel se le ocurrió que la formación de iones como resultado de tales radiaciones podía desarrollar más intensamente la formación de nubes en ausencia de polvo. Y esto fue lo que realmente ocurrió, probándose así la teoría de Wilson de la condensación con iones.
         Wilson de dedicó a la experimentación durante una década y encontró que no solo se formaban gotitas de agua alrededor de los iones producidos por radiaciones energéticas y por partículas aceleradas, sino que también la radiación y las partículas dejaban una estela de dichos iones cuando se movían. Dicha estela se hacía visible en forma de gotitas de agua cuando la cámara se expansionaba. Las partículas cargadas, en particular, dejaban estelas muy útiles, puesto que se curvaban cuando la cámara era sometida a un campo magnético, y dicha curva demostraba si la carga era positiva o negativa, así como la relación entre masa y velocidad de dicha partícula. Las estelas indicaban colisiones de partículas con moléculas o con otras partículas ofreciendo una guía de los procesos que tenían lugar durante y después de la colisión.
         En 1911 la Cámara de Niebla de Wilson se perfeccionó ofreciendo un camino para hacer visible los procesos del mundo subatómico de una manera fácilmente interpretable. Durante años constituyó una ayuda indispensable a la investigación nuclear. Eventualmente Blackett mejoró la cámara de niebla y Glaser creó una cámara muy similar, una generación más tarde, en forma de cámara de burbujas. Pero el trabajo de Wilson constituía la inspiración original, mientras que el resto no eran más que copias.
         Wilson recibió el premio Nobel de física en 1927 por su cámara de niebla. Su utilidad se pone de manifiesto aún más por el hecho de que Blackett y Glaser obtuvieron premios similares por sus mejoras.


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